Antes de adentrarnos en la semana santa, quería dar unas pequeñas pinceladas de una pregunta que me han hecho mucho desde que comencé a preparar estos correos semanales: cómo me organizaba el estudio y los repasos de la oposición.
He insistido mucho en viernes anteriores sobre este tema, expresando mi opinión. Pero hoy quería mojarme un poco más y manifestar por qué los métodos propuestos más tradicionales creo que no funcionan del todo.
Como siempre, es una opinión abierta y basada en la experiencia. Sería interesante que crease debate incluso.
Empezamos:
I. Estudiar “por vueltas”.
II. Estudiar “por arrastre”.
III. Estudiar “por olvido”.
✍️ Cita de la semana.
I. Estudiar “por vueltas”.
Si vas a cualquier página de internet a preguntar como preparar una oposición, con mucha seguridad te toparás con dos términos muy repetidos en este mundillo: “estudiar por vueltas” y “estudiar por arrastre”.
Se trata de dos metodologías tradicionales de estudiar el temario de una oposición. Es decir, “dado un examen de oposición X con un temario Y, emplear el método de estudio por vueltas / arrastre para estudiar todo el temario Y”. Esa sería más o menos la aproximación que encontrarías.
¿Y en qué consiste cada uno de los métodos?
El estudio por vueltas supone estudiar todo el temario durante el período planificado sin repaso alguno. Por poner un ejemplo: si el temario de una oposición como ingeniero industrial del estado que cuenta con 150 temas de extensión, una metodología de estudio por vueltas implicaría trabajar un número de temas específicos por semana. Estudiando 7,5 temas a la semana en 20 semanas habrías estudiado el temario al completo y finalizado la primera vuelta. Es el momento de comenzar la segunda vuelta de estudio y comenzar de nuevo con los 150.
Probablemente exista mucha gente con una gran retención de información en el largo plazo pero yo te puedo asegurar que, por muy bien que me haya aprendido un tema, veinte semanas después habré perdido una gran cantidad de información. De hecho, en muchos casos puede que tenga la sensación fatal de volver al punto de partida con cada repaso.
La evidencia científica parece haber dado explicación a esta sensación. Si nos remontamos a los trabajos de Ebbinghaus y su curva del olvido, en la que se refleja la velocidad de pérdida de información de la memoria con el tiempo. Esa pérdida de la información es prácticamente exponencial y dificulta en gran medida la retención del conocimiento en el largo plazo.
A lo mejor alguien puede decir: “pero yo tengo mucha facilidad para retener información de derecho administrativo, porque estudié derecho en la carrera y hay muchas cosas que me suenan”. Correcto. La información con la que tenemos una menor “distancia cognitiva” (me he inventado este palabrejo pero vendría a significar lo familiarizado que uno esté con una determinada rama del conocimiento, siendo mayor la distancia cuando menor es la familiaridad) es más fácil de conectar y de trasladarla a la memoria a largo plazo. Sin embargo, aquellos temas que presenten mayor “distancia cognitiva” con respecto a nuestro acervo personal nos costará horrores estudiarlo. Y será así hasta que podamos incorporarlo a nuestro propio acervo.
Por tanto, estudiar por vueltas para mí tiene un inconveniente muy grande: se obvian los estragos que hace el tiempo en nuestra memoria.
II. Estudiar “por arrastre”.
El método de estudio por arrastre, a pesar de tener mil ramificaciones y versiones, consiste en combinar el estudio de temas nuevos con el repaso de temas ya estudiados. Con respecto al sistema de vuelta supone una evolución, en mi opinión, al tener más en cuenta como se va nublando la información adquirida en nuestra cabeza.
Volviendo al ejemplo de ingeniero industrial del estado, extrapolable a cualquier otra oposición: dado un temario de 150 temas dividido en 5 bloques, a través de un método de arrastre uno iría estudiando cada semana 5 temas nuevos e iría añadiendo el repaso de los temas ya estudiados hasta completar un bloque entero. A partir de ese momento se estudiaría el siguiente bloque siguiendo la misma metodología y repasando los bloques periódicamente.
He visto en varios sitios que este es un sistema más adaptado a gente que tiene menos tiempo (si por ejemplo trabajas mientras estudias) al ir afianzando mejor los temas que se van estudiando.
Sin embargo, en mi humilde opinión, el método de arrastre estructura los repasos sin un aparente orden y sin tener en cuenta la calidad de los repasos. Además, al consolidar un bloque, el repaso del bloque al completo puede contener en su interior temas que sepas mejor y temas que sepas peor, creando una dispersión muy alta en los tiempos de repaso por ejemplo. Esto puede llevar a que la planificación semana a semana se vaya resquebrajando y generar mucho estrés innecesario en el estudiante.
III. Estudiar “por olvido”.
El método “al olvido” es una cosa que me acabo de inventar pero que suena bastante poética. Se trata simplemente de mi enfoque para estudiar una oposición. Y ya sabes, esto es como las lentejas. O las tomas o las dejas.
Mi pensamiento a la hora de estudiar era el siguiente. Yo:
No tengo mucho tiempo para estudiar cada día.
No tengo tiempo como para tener que estudiar un tema varias veces porque no lo haya repasado.
Quiero tener la máxima información disponible en mi cabeza el día del examen.
¿Cómo conseguir todo eso? Lo que está claro es que no se consigue sin esforzarse mucho. Hay que dedicar tiempo a estudiar. Si alguien te vende lo contrario es mentira.
Lo segundo, es importante conocer como funciona la memoria, la cual distingue fundamentalmente entre dos partes: la memoria de trabajo y la memoria a largo plazo. La memoria de trabajo maneja la información más volátil, aquella con vocación de olvidarse (qué vas a pedir para comer, cuánto te tienen que dar de vuelta, la cara del hombre aquel que te cruzaste por la calle…). La memoria a largo plazo por su parte es aquella que contiene recuerdos e información más duradera. Y ojo, que hay científicos que defienden que su capacidad quizá no tenga límite. Es el lugar en el que nos gustaría meter los temas de la oposición para el día del examen poder acceder a ellos y cantarlos delante del tribunal.
Pero existe un inconveniente. Para llegar a la memoria a largo plazo, hace falta pasar por la memoria de trabajo. Esta última es como un embudo. Además, la memoria de trabajo, a diferencia de la memoria a largo plazo, si tiene límite. Se satura con facilidad de hecho. No puede manejar muchas ideas de forma simultánea. Pero esto no tiene por qué agobiarnos. Es bueno conocerlo para no agobiarnos cuando vivamos esa sensación (es lo que se llama la carga cognitiva).
La cuestión es que, esa memoria a largo plazo hay que refrescarla de vez en cuando. Hay que interrumpir el olvido. Rescatar la información contenida en nuestra memoria a largo plazo para que esta sea accesible con mayor facilidad. Es aquí donde entraría la repetición espaciada. Es decir, la retención en el largo plazo se obtiene a partir del espaciamiento en intervalos cada vez mayores de repasos.
Así como en el gimnasio la idea es meter cada día más repeticiones o un poco más de peso, en el estudio con el foco en el largo plazo, vamos ampliando el tiempo entre repasos para que cada vez el tiempo que pasa entre las dos fechas de repaso de un tema sea mayor.
Estos son los principios que configuran este método. Trata de ser eficiente en el uso y la gestión del tiempo, sacando el máximo partido a esos ratos de estudio de los que uno dispone.
Evita los tiempos tan largos sin repasar, como en el caso del método por vueltas, y concreta cuando repasar los temas gracias a los intervalos espaciados.
¿Cuánto espaciar un repaso? Pues hay que probar, porque no todos somos iguales. Pero una primera aproximación sobre la que partir podría ser: estudiar un tema, repasar al día siguiente, repasar a los tres días, repasar a los 7 días, repasar a los 20 días y repasar a los 30 días. Así podrías retener un período muy largo de tiempo la mayoría de la información en la cabeza.
Haz la prueba y me lo dices.
✍️ Cita de la semana.
Llevo un par de semanas que no me siento muy bien en la pista. Igual puede ser extrapolable no sentirse muy bien en la pista de tenis con no sentirse muy bien estudiando.
Organizarse mentalmente en el tenis implica aprender varias habilidades internas:
Aprender a obtener la imagen más clara posible de los resultados deseados;
Aprender a confiar en el Yo 2 para que rinda al máximo y aprenda tanto de los éxitos como de los fracasos;
Aprender a ver "sin juzgar", es decir, ver lo que está sucediendo en lugar de simplemente notar lo bien o lo mal que está sucediendo.
The inner game of tennis, Timothy Gallwey
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